Antes que nada no puedo pasar por alto los agradecimientos a todos los lectores que aportaron sus granitos –pequeños por lo visto- de arena a las consignas planteadas en el último texto publicado en este espacio. Por lo pronto, sólo una de las tres fue respondida en su totalidad. Gracias, otra vez, a mi Ati-partner norteña, Mariana Arán por aportar el dato clave que me hizo encontrar la canción que tanto venía buscando. Lástima que nadie me aporto proposiciones para irme de vacaciones o algún dato de donde poder pasar mi cumpleaños.
Hubo una excepción, la de Alejo, que propone una fiesta de disfraces. Mi co-partier (de festejador asociado) Damián, también había sugerido una fiesta de disfraces, pero yo disiento. No me verán disfrazado, sépanlo desde el vamos.
En fin, el tema central del escrito de hoy es un misterio en su estructura y calidad. No sé porque escribo, pero sé que escribo para mi, en primer lugar y para los otros. No pretendo plantear cuestiones foucaultianas de lógicas de lo Uno y los Otros, pero de alguna manera escribo para ambos.
Recapitulando, queda mi fiesta, a decir, abierta por los lectores de este sitio. Ya se viene el sábado 25 y la desidia intelectual de la disposición de mi fiesta de cumpleaños me carcome. Respecto a los regalos, pueden pasar por casa en cualquier horario que habrá alguien para recibirlos o bien, me los entregan personalmente. Y si no quieren regalar nada, también están invitados a la fiesta de cumpleaños. Porque el regalo-caca-dinero es lo de menos. Ecuación simbólica.
Terminó finalmente el cuatrimestre. Finalmente, final, finales. Tres. Uno libre, al cual ya me anoté tres veces –coincidencias del 3- y nunca me presenté, otro obligatorio y otro por pelotudo. Al único final que di hasta ahora, también me había anotado tres veces, obviamente me presenté en la tercera, si me hubiese presentado en la segunda no me hubiese anotado una tercera. Es como el que dice: “uno siempre encuentra las cosas en el último lugar en donde busca”, lógicamente es un hecho de esperar; a no ser que alguien siga buscando las cosas una vez que ya las haya encontrado. La frase no es mía; la agencié de algún mail en cadena que me llegó no recuerdo por quien.
Concluyo despidiéndome hasta mi próximo texto breve que no tendrá objeto pero si sujeto. Sujeto el que escribe y a quien escribe, al mismo sujeto que escribe y a otro sujeto ajeno que lee. Mis saludos se multiplicarán y golpearán las puertas de sus casas. Y si tienen rejas, sólo tocarán el timbre. Harán rin-raje.
oOºoº
Hubo una excepción, la de Alejo, que propone una fiesta de disfraces. Mi co-partier (de festejador asociado) Damián, también había sugerido una fiesta de disfraces, pero yo disiento. No me verán disfrazado, sépanlo desde el vamos.
En fin, el tema central del escrito de hoy es un misterio en su estructura y calidad. No sé porque escribo, pero sé que escribo para mi, en primer lugar y para los otros. No pretendo plantear cuestiones foucaultianas de lógicas de lo Uno y los Otros, pero de alguna manera escribo para ambos.
Recapitulando, queda mi fiesta, a decir, abierta por los lectores de este sitio. Ya se viene el sábado 25 y la desidia intelectual de la disposición de mi fiesta de cumpleaños me carcome. Respecto a los regalos, pueden pasar por casa en cualquier horario que habrá alguien para recibirlos o bien, me los entregan personalmente. Y si no quieren regalar nada, también están invitados a la fiesta de cumpleaños. Porque el regalo-caca-dinero es lo de menos. Ecuación simbólica.
Terminó finalmente el cuatrimestre. Finalmente, final, finales. Tres. Uno libre, al cual ya me anoté tres veces –coincidencias del 3- y nunca me presenté, otro obligatorio y otro por pelotudo. Al único final que di hasta ahora, también me había anotado tres veces, obviamente me presenté en la tercera, si me hubiese presentado en la segunda no me hubiese anotado una tercera. Es como el que dice: “uno siempre encuentra las cosas en el último lugar en donde busca”, lógicamente es un hecho de esperar; a no ser que alguien siga buscando las cosas una vez que ya las haya encontrado. La frase no es mía; la agencié de algún mail en cadena que me llegó no recuerdo por quien.
Concluyo despidiéndome hasta mi próximo texto breve que no tendrá objeto pero si sujeto. Sujeto el que escribe y a quien escribe, al mismo sujeto que escribe y a otro sujeto ajeno que lee. Mis saludos se multiplicarán y golpearán las puertas de sus casas. Y si tienen rejas, sólo tocarán el timbre. Harán rin-raje.
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