Promoveos
“Que no decaiga” es una de las frases populares que solemos escuchar, más allá de su verdadero significado, sino como una ironía de la gente que en realidad, no suele hablar mediante lo irónico. “Show must go on” es otra de las ecuaciones popularizadas de nuestra cultura que lleva años remontándose desde los labios de cualquier desconocido hasta nuestros oídos, poco entrenados para lo familiar, pero doctorados en lo ajeno. “No hay mal que por bien no venga” podemos nombrar si ya queremos remarcar el absurdo del borde entre lo patético y lo desquiciado como un factor común de las mentes de nuestra sociedad. “No sos vos, soy yo”… Silencio… ¿Aliento o sepultura automática al arcón de los recuerdos de nunca retomar?
El juego de la silla
Una vez que todas las sillas se arreglaron en el centro de la pista, los participantes comenzaron a danzar con monigotadas alrededor de las mismas, sin desestimar el compás de la música. Una risa no lejana se hizo carcajada y el empujón jocoso tiñó de grotesco el cuadro que, en aquel caso particular, no era visto por nadie. Se seleccionaron las mejores sillas aterciopeladas que gritaban se llenadas por alguien más. Cuatro. Repentinamente el sonido se detuvo de manera brusca y todos aclamaron el lugar deseado que les permitiría continuar en la ronda de la alegría. Goce y disfrute de todos los concursantes; una silla quedó vacía. Definitivamente algo salió mal: es tiempo de reorganizar las sillas nuevamente y girar alrededor de ellas en busca del júbilo que conduce al éxtasis del placer.
Arde el leño
Se me complicó acá, debo confesar. La cuestión real es que venía redactando sin ningún problema pero cuando tuve que terminar con este tercer texto que tenía en mente, me quedé diez minutos frente a la blancura de la hoja y las ideas se me esfumaron solitas. No conforme la derrota contra mi ser, más vacío me dejó, que me forzó a tirarme unos diez minutos más en la cama a pensar. Los pies en la cabecera y la cabeza en los pies: curiosamente quedé dado vuelta, como el mismo propósito de existir de este apartado me había dejado. Entonces, viene la pregunta: ¿qué pasó? Y la respuesta tiene que ser una de dos: ¿Sigo con la metáfora o me desvisto frente al público? Creo que la respuesta está en las próximas líneas.
Este párrafo tenía el objeto de reunir dos pérdidas sí metafóricas pero no alegóricas. La metáfora iba a estar establecida por la madera que arde en el fuego para calentar el ambiente hasta dejar en cenizas el contenido original. O sea, indicaba como de la belleza de una pieza, la madera, una persona, surgía un proceso, el hecho de quemarse, una relación, hasta descomponerse en infinidades, las cenizas, el vacío y la soledad. Tenía como objeto, asimismo, relevar el proceso, en este caso particular, el calor: la ternura de todas las cosas que provocan calor en una relación, un beso, un abrazo, una caricia o una compleja mirada que transmite un texto más rico que este mismo que estoy escribiendo.
Pero se me ha intrometido una mala ocurrencia del destino y me impidió darle riendas a lo que quería expresar. En síntesis, me costó volcar el dolor que me causaron esas dos pérdidas de manera tal en que quedara coartada la expresión de las mismas. Sin embargo, la retórica siempre te da su mano más segura y dando vuelta la coherencia habilitó esta humilde expresión que se tradujo en un “hasta luego” para algunos, o un “que tengas suerte en la vida” para otros.
La conclusión iba –estará, mejor dicho- a estar dada por la ceniza, un nuevo producto distinto al anterior pero que provenía del original. Sin fuego ya se enfrió la habitación. Tengo frío; creo que es hora de prender otra vez la hoguera.
“Que no decaiga” es una de las frases populares que solemos escuchar, más allá de su verdadero significado, sino como una ironía de la gente que en realidad, no suele hablar mediante lo irónico. “Show must go on” es otra de las ecuaciones popularizadas de nuestra cultura que lleva años remontándose desde los labios de cualquier desconocido hasta nuestros oídos, poco entrenados para lo familiar, pero doctorados en lo ajeno. “No hay mal que por bien no venga” podemos nombrar si ya queremos remarcar el absurdo del borde entre lo patético y lo desquiciado como un factor común de las mentes de nuestra sociedad. “No sos vos, soy yo”… Silencio… ¿Aliento o sepultura automática al arcón de los recuerdos de nunca retomar?
El juego de la silla
Una vez que todas las sillas se arreglaron en el centro de la pista, los participantes comenzaron a danzar con monigotadas alrededor de las mismas, sin desestimar el compás de la música. Una risa no lejana se hizo carcajada y el empujón jocoso tiñó de grotesco el cuadro que, en aquel caso particular, no era visto por nadie. Se seleccionaron las mejores sillas aterciopeladas que gritaban se llenadas por alguien más. Cuatro. Repentinamente el sonido se detuvo de manera brusca y todos aclamaron el lugar deseado que les permitiría continuar en la ronda de la alegría. Goce y disfrute de todos los concursantes; una silla quedó vacía. Definitivamente algo salió mal: es tiempo de reorganizar las sillas nuevamente y girar alrededor de ellas en busca del júbilo que conduce al éxtasis del placer.
Arde el leño
Se me complicó acá, debo confesar. La cuestión real es que venía redactando sin ningún problema pero cuando tuve que terminar con este tercer texto que tenía en mente, me quedé diez minutos frente a la blancura de la hoja y las ideas se me esfumaron solitas. No conforme la derrota contra mi ser, más vacío me dejó, que me forzó a tirarme unos diez minutos más en la cama a pensar. Los pies en la cabecera y la cabeza en los pies: curiosamente quedé dado vuelta, como el mismo propósito de existir de este apartado me había dejado. Entonces, viene la pregunta: ¿qué pasó? Y la respuesta tiene que ser una de dos: ¿Sigo con la metáfora o me desvisto frente al público? Creo que la respuesta está en las próximas líneas.
Este párrafo tenía el objeto de reunir dos pérdidas sí metafóricas pero no alegóricas. La metáfora iba a estar establecida por la madera que arde en el fuego para calentar el ambiente hasta dejar en cenizas el contenido original. O sea, indicaba como de la belleza de una pieza, la madera, una persona, surgía un proceso, el hecho de quemarse, una relación, hasta descomponerse en infinidades, las cenizas, el vacío y la soledad. Tenía como objeto, asimismo, relevar el proceso, en este caso particular, el calor: la ternura de todas las cosas que provocan calor en una relación, un beso, un abrazo, una caricia o una compleja mirada que transmite un texto más rico que este mismo que estoy escribiendo.
Pero se me ha intrometido una mala ocurrencia del destino y me impidió darle riendas a lo que quería expresar. En síntesis, me costó volcar el dolor que me causaron esas dos pérdidas de manera tal en que quedara coartada la expresión de las mismas. Sin embargo, la retórica siempre te da su mano más segura y dando vuelta la coherencia habilitó esta humilde expresión que se tradujo en un “hasta luego” para algunos, o un “que tengas suerte en la vida” para otros.
La conclusión iba –estará, mejor dicho- a estar dada por la ceniza, un nuevo producto distinto al anterior pero que provenía del original. Sin fuego ya se enfrió la habitación. Tengo frío; creo que es hora de prender otra vez la hoguera.
oOºoº
3 comments:
Voy a decir estupideces para q despues no me digas q no entendi de lo q hablas.
Donde hubo fuego, cenizas quedan.
Cenizas en el paraiso.
En el paraiso hay tulipanes.
Los tulipanes sirve para el acto pecaminoso.
Conclusion...
A pecar se ha dicho!
I glove u!
Promoved el juego de la silla, porque si arden los leños, nos sentaremos sobre las cenizas.
Ah... no es mi espacio como para tomar protagonismo, pero como no tengo donde contar, aprovecho y lo hago aca.
Que hay que hacer cuando molesta la luz del sol? Mirar para otro lado o taparse los ojos.
Que hay que hacer cuando algo nos asusta? A veces la sobreexposicion ayuda a vencer o a acostumbrar.
Que mejor que aplicar ambos para sacarse un recuerdo que causa malestar, no?
Quemar el leño? o mojarlo? Que haya cenizas o que ni siquiera arda?
Voto por que ni siquiera arda.
Saludetes!!!
Para leer esto, me tomé tiempo que valió la pena.
Al ser humano le costó encontrar el fuego, pero lo encontró.
De una simple ramita?
Ni idea.
Todo parece complicado, pero en verdad agitando un poco los brazos nuestro heroe puede rescatarnos.
Ser sincero con uno mismo cuesta.
Dejar de relegar necesidades por otras no tan importantes puede salir caro...o barato en otras circunstancias.
Yo solo se que no se mucho, algo si :P. Y más que René.
Amigo rameño mejieño, te mando besos color a frutas.
Post a Comment