Cuando Mariano se despertó apenas atinó a abrir los ojos para no tropezar al bajar de su alta cama. Aún dormido en una dimensión paralela de satisfacción irreal se paró y comenzó a caminar por su habitación hacia la biblioteca donde yacía aquel tomo de obras completas. Su autor preferido se encontraba desordenado en el estante y descansaba a la izquierda de aquella otra escritora que no era de su agrado. Sólo miró el libro pero no lo acomodó en el hueco donde perfectamente cabía ese ejemplar. A lo lejos se escuchaba la respiración de su hermano que dormía en el cuarto de al lado. Suave pero constante; semejante a un grave silbido atractivo.
Bajó las escaleras y marchó directo al baño. Prendió las luces y se paró frente al espejo pequeño que se encontraba sobre el lavatorio. Se miró. Estuvo así un extenso momento mirándose a los ojos como queriendo ver más allá de esas borlas verdes brillantes, húmedas todavía por el estado somnoliento en el que se hallaba. Continuó con la mirada fija en un punto ciego, pestañó y de esa forma se escapó de aquel mítico espejismo.
El agua ya corría en la bañadera y Mariano se mojaba placidamente sobre la lluvia caliente que recorría su cuerpo que todavía estaba tibio a causa de las tantas frazadas que utilizaba para taparse. Olía pues a flores primaverales cuando cerró las canillas y se secó. Subió nuevamente a su habitación y sin prestarle demasiada importancia a lo que escogía se vistió sin prisa pero con perseverancia constante. Saludó a su perro acariciándole la panza y salió de su casa con rumbo fijo pero incomprendido.
Corría una suave brisa no suficiente para despeinar su fino pelo brillante. Apenas unas esparcidas nubes intentaban coartarle al sol sus rayos que deseaban chocar contra el suelo. Allí se encontraba él parado, mirando las escaleras que bajaban a la estación de subte Pueyrredón de la línea B. Respiró profundamente. Cerró los ojos. Bajó. El tren no tardó en venir, prontamente Mariano ya se encontraba en el viajando hacia su destino final, incomprendido pero anhelado.
El vagón le mostró la respuesta a su desidiosa, casi lasciva pregunta. Se sentó. A su izquierda se encontraba sentada una pareja de ancianos que olían a naftalina como si hubiesen salido de un antiguo placard, de esos ubicados en esas viejas casas de puertas y ventanas altas. En frente suyo, a la izquierda, un chico de unos veintitrés años abrazaba y besaba a su pareja: un travesti. La gente no los miraba, ni a él, ni a nadie. En otro de los asientos se encontraban sentados una mujer y un hombre abrazados, con quienes aparentaban ser sus hijos. Ellos jugaban con un globo, alegres: reían. Frente a la familia feliz dos chicos abrazados, también, se mimaban. Él, un alto chico de mediana edad, bien vestido, recorría el cuerpo de su pareja. Él, se dejaba tocar por su novio y cerraba los ojos entreabiertos dejando leer un dejo importante de placer en su rostro.
¿Y Mariano? Mariano no podía creer que estaba a punto de encontrarse con una persona sólo para acostarse con él. Sexo. Menos aún, podía entender como traicionaría en instantes a su novio, con quien compartía su vida. Sólo dudas rondaban su mente mientras contemplaba aquel cuadro prácticamente perfecto que esbozaba la diversidad expresada por definición tautológica.
De hecho, nunca lo pudo entender. Pero lo hizo. Un recuerdo más que se adosó a otra lista de recuerdos que dormían en su cabeza. Había completado él, sin saberlo, el cuadro de aquel vagón de la heterogeneidad.
8 comments:
Hace rato no pasaba. Buena mini-historia. :). La inspiración vuela y sobrevuela...
Dejémosla libre.
Chuik.
Bueno, pasaba a firmarte.
Esta muy bien escrita la historia, me encanta como escribis, la estructura.
Te amo muñe!!! lo sabés bien...
Te extraño, por suerte nos estamos viendo en pocas horas!!!
:D
Gracias por la felicidad que me das.
Te amooooooooo
Fede =)
Muñe, me olvidaba, jejejeje, eso quedó en el pasdo desde el 15 de mayo sos mio!!!
Olitas, esta vez lo lei. Esta bueno, no sabia q lo habias escrito vos!
Por otro lado, queria decirle a Fede q te suelte un poco porque te extraño! pero bueno... te lo mereces :P
Te quiero!
de nuevo, me gusto mucho el relato.
Cuando decía que entraba en Pueyrredón, yo pensé que iba a la tetera pero bueno, tanto no me equivoqué XD
A la historia le doy cuatro Imposibles Tinchos de cinco. Me pareció muy gay que Mariano olía a primavera. XD
ACTUALIZAR
MUCHAS GRACIAS
Hola!!!
Jejeje
Y si posteamos...
Un mes ya.
Besote...
Fede = )
(Es chiste si no queres postear no postees)
Ejem Ejem... chau chichones, chau chichones, chau chichones (8)(8)(8)
Ese vagón de subte suena un tanto irreal, e imposible por muchos años por venir... El subte B está en Buenos Aires, Argentina, después de todo.
En esa tolerancia con toques fantásticos (el estilo del cuento deriva rápidamente del verité y se adentra en terrenos inexistentes e imaginarios), en esa tolerancia, decía, se nota inconfundiblemente un 'wishful thinking', sin duda por la perteniencia del autor a la minoría sexual que es uno de los focos del cuento.
No logro el "suspension of disbelief[1]" necesario para compenetrarme con la historia.
El autor no logra posicionarse en una distancia (o cercanía) específica con su cuento: no es ni autobiográfico, ni semi-autobiográfico, ni completamente fantasioso.
Y la enumeración de las distintas expresiones públicas de "amor" es un tanto estereotipada y trillada, à la United Colors of Benetton.
Especificar una estación particular, y una línea de subte particular, limita al cuento regional, cultural y socialmente, reduciendo su potencial público.
Tratar de teñir de solemnidad a los hechos mundanos y cotidianos como tomar un subte, es muy difícil literalmente; casi toda la gente que se ve forzada a someterse a dichos eventos se desconecta emocional y mentalmente de los mismos por tratarse de estímulos agresivos y alienantes.
Por último, una sugerencia de estilo. El impacto del cuento (cuando el nudo golpea al lector) se debe ir elaborando como si se estuviera tratando de demorar un orgasmo pero sin perder la excitación: acelerando y desacelerando. El adjetivismo recargado dificulta al lector avanzar en la historia, como si se tratara de un insecto queriendo abrirse paso a contrapelo entre los vellos de un brazo humano.
Y cuando llega finalmente el nudo (o anti-nudo, casi), se entrega tímidamente, como si se tratara de otro de los pensamientos desconectados del protagonista.
[1] http://en.wikipedia.org/wiki/Suspension_of_disbelief
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