Tuesday, March 27, 2007

Pero vos quedate; a vos sí te necesito


Estaba un poco desactualizado este sitio, es decir, algunos sentimientos plasmados en el último, me corrijo, en los últimos escritos no coinciden –afortunadamente- con los que actualmente se me manifiestan. Pareciera que una nueva treta de más allá de la razón se me juega frente a mis ojos y me obnubila la conciencia de sí enajenándome de la realidad selectiva. Sin muchos rodeos: tranquilidad serena que calma mi malestar y prepara para la paciencia.

No pretendo crear un texto interminable de esos que la gente no pretende leer (o no quiere) porque anulo el objeto original que me propuse al crear este espacio casi hace ya un año, pero se me hace imposible limitarme a mi forma de (no) ser; debo dejar el texto abierto para que cada uno de los lectores escriba su propia historia desde el reactivo primario que está conformado por estas sumisas líneas. Retomando el adjetivo de “sumisas” podría llegar a recordar clases de Literatura en donde se me cuestionó por utilizar el adjetivo “sumiso” al hablar de un texto. Habrán notado que lo literal no siempre es rector aquí viéndose desplazado por la prosa metafórica: sumisas son las líneas que demasiado mansas se dejan forjar por las palabras de se me escapan de mi persona. Supongo que la idea se desprende de la forma en la que deseen convertir este contenido.

Hoy me permito una vez más violar alguna que otra de las reglas auto-impuestas al crear este sitio: la imagen también contradice el propósito original de esto, aunque también artísticamente usa la metáfora gráfica para darle vida a las oraciones que intento transmitir. Y se complica. Claro, por supuesto que no siempre la metáfora deforma por completo, como la represión al material inconsciente del sueño, y no encuentro la forma más adecuada de disimular el porqué escribo hoy. Conclusión, anhelo escribir sin transmitir el todo a quien corresponda. ¿Por qué? No lo sé. Tampoco creo que lo sabe quien ansío que lo lea.

Cautelosamente se proyecta cada vez más un poquito el conjunto vincular de los sujetos. Podría arriesgarme a afirmar que es la primera vez en la que les quito un poquito de valor a las palabras (¿se lo quito verdaderamente o lo desplazo a otro lugar?) y me uno a su juego. Comentario al margen pero a lugar, desde ya: se me criticará por la retórica que suelo utilizar cuando redacto. Un prejuicio, no más. Retomando: corté la soga que me retenía al firmamento de mi cama y estoy caminando sobre las nubes esperando encontrar el asilo que me refugie. Me temo que llegué; no estaba deshabitado, no, en lo más mínimo. Vamos a dormir que la noche es fría y la lluvia nos hiela la piel.

oOºoº

Wednesday, March 14, 2007

(No) te necesito


Promoveos

“Que no decaiga” es una de las frases populares que solemos escuchar, más allá de su verdadero significado, sino como una ironía de la gente que en realidad, no suele hablar mediante lo irónico. “Show must go on” es otra de las ecuaciones popularizadas de nuestra cultura que lleva años remontándose desde los labios de cualquier desconocido hasta nuestros oídos, poco entrenados para lo familiar, pero doctorados en lo ajeno. “No hay mal que por bien no venga” podemos nombrar si ya queremos remarcar el absurdo del borde entre lo patético y lo desquiciado como un factor común de las mentes de nuestra sociedad. “No sos vos, soy yo”… Silencio… ¿Aliento o sepultura automática al arcón de los recuerdos de nunca retomar?

El juego de la silla

Una vez que todas las sillas se arreglaron en el centro de la pista, los participantes comenzaron a danzar con monigotadas alrededor de las mismas, sin desestimar el compás de la música. Una risa no lejana se hizo carcajada y el empujón jocoso tiñó de grotesco el cuadro que, en aquel caso particular, no era visto por nadie. Se seleccionaron las mejores sillas aterciopeladas que gritaban se llenadas por alguien más. Cuatro. Repentinamente el sonido se detuvo de manera brusca y todos aclamaron el lugar deseado que les permitiría continuar en la ronda de la alegría. Goce y disfrute de todos los concursantes; una silla quedó vacía. Definitivamente algo salió mal: es tiempo de reorganizar las sillas nuevamente y girar alrededor de ellas en busca del júbilo que conduce al éxtasis del placer.

Arde el leño

Se me complicó acá, debo confesar. La cuestión real es que venía redactando sin ningún problema pero cuando tuve que terminar con este tercer texto que tenía en mente, me quedé diez minutos frente a la blancura de la hoja y las ideas se me esfumaron solitas. No conforme la derrota contra mi ser, más vacío me dejó, que me forzó a tirarme unos diez minutos más en la cama a pensar. Los pies en la cabecera y la cabeza en los pies: curiosamente quedé dado vuelta, como el mismo propósito de existir de este apartado me había dejado. Entonces, viene la pregunta: ¿qué pasó? Y la respuesta tiene que ser una de dos: ¿Sigo con la metáfora o me desvisto frente al público? Creo que la respuesta está en las próximas líneas.

Este párrafo tenía el objeto de reunir dos pérdidas sí metafóricas pero no alegóricas. La metáfora iba a estar establecida por la madera que arde en el fuego para calentar el ambiente hasta dejar en cenizas el contenido original. O sea, indicaba como de la belleza de una pieza, la madera, una persona, surgía un proceso, el hecho de quemarse, una relación, hasta descomponerse en infinidades, las cenizas, el vacío y la soledad. Tenía como objeto, asimismo, relevar el proceso, en este caso particular, el calor: la ternura de todas las cosas que provocan calor en una relación, un beso, un abrazo, una caricia o una compleja mirada que transmite un texto más rico que este mismo que estoy escribiendo.

Pero se me ha intrometido una mala ocurrencia del destino y me impidió darle riendas a lo que quería expresar. En síntesis, me costó volcar el dolor que me causaron esas dos pérdidas de manera tal en que quedara coartada la expresión de las mismas. Sin embargo, la retórica siempre te da su mano más segura y dando vuelta la coherencia habilitó esta humilde expresión que se tradujo en un “hasta luego” para algunos, o un “que tengas suerte en la vida” para otros.

La conclusión iba –estará, mejor dicho- a estar dada por la ceniza, un nuevo producto distinto al anterior pero que provenía del original. Sin fuego ya se enfrió la habitación. Tengo frío; creo que es hora de prender otra vez la hoguera.

oOºoº

Wednesday, March 07, 2007

No love, no sex... But something to believe in


Casi me olvidaba que tenía este sitio cuando decidí volver para ver quienes estaban. Gente rara, otra vez. Muchos conocidos que no conozco verdaderamente que exigen ser escuchados. Hoy hablé con alguien –por cierto, muy bello diálogo- y le confesé prácticamente a modo de re-exposición que a veces me dejo llevar por el más allá para escribir. No me gustaría poseerme otra vez por unos minutos para dejar un texto. Frases cortas nuevamente que me recuerdan a Orwell: 1984, año en el que fui concebido por obra y gracia de la naturaleza, gestado y parido.

Se podría haber repetido un título, creo; pero sería avecinarme a lo que no me corresponde, digamos que lo vetado constituye una censura atractiva que se idealiza sola. No puede faltar en este párrafo la palabra deseo: que en este momento no puedo definir. Si me vieran los que están leyendo, se hubieses sorprendido como sostuve la mirada por un minuto frente a las palabras y no encontré otras mejores para explicar que es lo que yo entendía por deseo. Me repregunto ahora, ¿se puede explicar el deseo, cuándo es de uno y no se comparte?

Pues bien, el centro del escrito es el vacío de la añoranza perdida. Qué mejor forma de expresarlo que con un hueco, pero esta vez, no pide ser llenado; de hecho, no se puede. Tal vez se le puedan dar algunos nombres al vacío, aunque tampoco la clasificación meticulosa mucho ayude. Sí podríamos darle forma a la añoranza: quizá facilite su búsqueda para colocarla donde corresponde. Y esta vez la cuestión se termina desprendiendo en si tiene o no sentido rellenar este agujero que queda, con lo mismo: réplica de un original irreemplazable que ya se rompió en facciones más pequeñas y se esparcieron, éstas, por el piso.

Quedaría menos espacio, no entraría. Pareciera que hay más, pero sólo habría más vacío. Ojalá que el ser ermitaño que habita en mí encuentre pronto… y el segundo momento en que me quedé sin palabras para redactar una frase ocurrió.

Ojalá te encuentre pronto; sé que estás acá.

oOºOº