Un nuevo momento de encuentro en que mis lectores, quienes ya van abandonando sus tiempos vacacionales, retoman las arduas jornadas rutinarias pero, como siempre, tendrán de estos textos para empaparse de lo que podría denomiarse un blog narcisista surrealista. Y yo, como es costumbre, llenaré mi imaginación con los comentarios enajenados y originales de los concurrentes.
Ha pasado poco tiempo desde aquel 14 de Febrero que me hizo reflexionar y dio como fruto un texto que, a mi parecer, fue mal comprendido. No sé porque la gente lo interpretó como una obra melancólica depresiva, cuando sólo en realidad era una humilde y breve reflexión de mi percibir. Pero no se pueden hacer oídos sordos a más de un comentario en espejo que mostraron, como suele suceder, aspectos o invisibles de uno mismo.
En fin, no es el punto central del escrito que queda por redactar hoy, sino el compartir. Sí. He charlado con mucha gente en este pequeño tiempo. Gente que no conocía antes, por sobre todas las cosas y gente que conocía y seguí conociendo más. Gente de la que uno ya cree conocer todo, y en el fondo, conoce todo. Gente y mucha gente más, incluyendo a la gente en la que estás pensando en este momento.
Tuve tres diálogos muy bellos e interesantes. Uno, particularmente místico, otro, pseudo-sorprendendente y un tercero, que me recordó a los personajes del segundo díalogo que expondré, pero tiempo atrás, aproximadamente un año.
Comenzamos por un sueño, muy raro que me hizo levantar exaltado. Lleno de significantes que sabía que eran valiosos y que a duras penas mi conciencia podía entender como propios. Fue una escena hermosa, primero, luego trágica y finalmente extraña. El diálogo no tuvo lugar en esa escena sino luego, con mi amigo Martín cuando decidí contarle el sueño entero. Tal vez fue sólo un sueño, pero me gusta hablar con la gente que quiero; expuse mi inconciente deformado frente a alguien que me entiende y, por agnóstica arte de magia inverosímil, me tranquilizó.
Luego, más tarde, hablé con Marce. Una persona que, desafortunadamente, poco conozco pero aprecio. A él le conté parte del sueño, sólo un efímero cuadro sin color de la obra completa, y me preguntó si yo era superficial. Me sorprendí. Todavía algo exaltado por el sueño de la noche anterior, me preguntaron si era superficial, algo que como tal, me refiero a la abstracción misma, practicamente critico y repudio día a día. Me repregunté si los espejos estaban reflejando de esa luz que uno prefiere no ver; opté por terminar de contarle el sueño. La charla escapó de su cause y desagotó en otros puntos no dispersos pero alejados de su origen. Fueron casi dos horas de intercambio imaginario reclamando por la realidad simbólica que necesitamos, qué sólo el cara a cara puede ofrecer.
Y el tercer diálogo, lo acabo de tener. Aún no lo pude procesar en su completud. Por el momento prefiero guardarlo para mí, porque de hecho, todo, no se puede.
Sé que mis lectores no son gustosos de textos extensos, pero esta vez harán un pequeño sacrificio por amor al aire y lo leerán emocionados y atónitos. Como siempre, me queda por explicar la foto del día de hoy. Es una imágen posible de mi representación de la superficialidad.
Creo que no lo soy.
oO°o°